Las excusas


Las excusas hay que dejarlas a un lado. Mirarlas unos segundos y buscarles una puerta para que se marchen lo antes posible. A veces es complicado y, según el día o el peaje que estás pagando en ese momento, te acomodas en el “ay, ya lo haré”. Las excusas pueden estar en un texto que se queda a medio, en una actividad que postergamos o en un ropero en el que acumulamos trastos innecesarios y de los que nos somos capaces de desprendernos. Si rastreamos en lo que aplazamos para después, descubrimos muchas excusas. Y de pasado. En un texto sin terminar, por ejemplo, están esas palabras que se atascaron y bloquearon la escritura. Lo dejamos para mañana o para otro rato. Y así pasan los años y las oportunidades. Puedes encontrar excusas cuando abres el ropero y coges un abrigo que nunca has estrenado. El abrigo está esperando a que llegue una salida especial o un acontecimiento importante. La pereza para aprender un nuevo idioma. O la salida que no hacemos porque estamos cansados. Excusas. Restan posibilidades o aprendizajes. Nuevos caminos. Y horizontes por alcanzar.

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