Ya está aquí


Durante mucho tiempo, mientras fui pequeña, creía que en las navidades nadie podía morir ni enfermar. La Navidad era una fiesta para estar contentos. Luego, cuando el corazón se fue agrietando, me di cuenta de que la tristeza no elige una fecha concreta para aparecer. La tristeza no descansa. Llega en diciembre, en enero o en mitad de agosto mientras disfrutas de las vacaciones. Pero no sé qué fuerza tiene en diciembre que convierte este mes en una fecha que se llena de ruidos molestos, de baches y de falsos sentimientos. Resulta incómodo pasear por el centro comercial, atravesar el parque o responder al vecino que te desea felices fiestas. A medida que cumples años queda lejos esa inocencia en la que creías en la perfección de cada instante que vivías. 
Demasiado pronto, pero ya está aquí. Está en las calles y en las conversaciones que oímos. En las cenas de empresas y en la megafonía de las grandes superficies. Y también está en lugares donde parece imposible encontrártela: en los hospitales. Allí, tan cerca de la tristeza, se decora el pasillo con guirnaldas, está la estrella del belén y se oye el sorteo de la lotería el 22 de diciembre. En esos pasillos intentas taparte los ojos antes de terminar peleándote con la Navidad. Pero hay que mirarla sin juzgarla, sin llegar a odiarla, para que no duela tanto y para que la herida no se haga más profunda. Si encontramos la manera de amarla, la podemos perdonar y no hacerla responsable de las grietas que tenemos por dentro. Los más pequeños, quizás porque transitan en el mundo de la fantasía y de los cuentos, son unos expertos para lidiar con estas fechas. A veces, mirándolos a ellos, podemos ver esa magia que una vez existió, que fue nuestra, y donde la Navidad era una metáfora de la felicidad. No, no es nada fácil, porque aparecen muchos recuerdos y pensamos que ya no merecemos sonreír. Durante un mes y medio estaremos peleándonos con la tristeza y con la alegría. Ninguna de las dos va a descansar. Ellas no eligen un mes en concreto para irse o para llegar. Nosotros sí podemos elegir cómo agarrarlas para poder avanzar por los lugares decorados con luces y abetos brillantes
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