Ese es mi deseo

No la enciende. Mi madre no enciende la tele porque dice que le duele tantas noticias negativas. No puede dormir pensado en las desgracias que están ocurriendo en el mundo. Delante de la pantalla ha puesto un jarrón gigante que hay que rodarlo si quieres ver la imagen al completo. Hace años, ella lo recuerda, en los “partes” (su forma de llamar a los telediarios) daban noticias positivas y bonitas. La gente no se mataba tanto y había más respeto. Le intento quitar importancia a su manera de pensar, y le digo, que ahora, como antes, hay noticias buenas, pero esa información no vende emociones ni eleva las cuotas de audiencia. Las negativas, aunque parezca lo contrario, son las que se contagian. La prueba está en el caos que se forma en las redes sociales con carteles, memes y mensajes sobre un hecho en concreto que nos hiere y nos moleta. Muchos, desgraciadamente, buscan el afán de notoriedad y se olvidan del dolor que pueden estar atravesando los perjudicados en ese momento.

Hace unos meses, en un periódico digital, publicaban la alegría de unos jóvenes que se casaban. Cientos de personas protestaban porque no consideraban que fuera una noticia que merecía ser publicada. Pero sí, digo que esas noticias son las que tienen que aparecer para contagiarnos de ellas. Para que sintamos, ya que el ser humano actúa por imitación, tantas ganas de hacer lo mismo que repitamos esas conductas. Para que olvidemos, poco a poco, el odio, la inquina y rabia que existe y con las que estamos acostumbrándonos a vivir.

En estas fechas se piden deseos y se envían mensajes de buenos propósitos. Me gustaría que empiecen a emitirse noticias bonitas, como los partes de antes, para que mi madre, y otras madres, puedan sentarse delante de la televisión y no sufran con lo que ven. Y por supuesto, que no exista tanta manipulación para que lo que ocurra sea grave solo una vez y que no se engrandezca con tantas versiones que se dan. Creo que no pido demasiado. A ver si entre todos conseguimos que las noticias valgan la pena.