Es domingo otra vez
Es domingo otra vez. Los domingos las calles descansan del ajetreo diario. La vida que transcurre es otra y parece que las horas van más lentas. Lo normal es diferente. Es sorprendente cómo el mobiliario urbano, siempre estático, adquiere otra forma. Las hojas secas , las conversaciones, las palomas picoteando las sobras de los parterres. Nada es lo mismo al resto de los días de la semana. Pero todo, aunque no lo parezca, está vivo. Los bancos que se van agrietando de tanto sol y viento. Las papeleras que rechistan por el peso que le echan encima. Hoy he podido contar, uno por uno, los árboles que decoran la acera y alguno de ellos jugaban al escondite como niños traviesos. Las farolas estaban asfixiadas por el polvo. Cuántas despedidas, besos robados y carcajadas, guarda el mobiliario urbano. Es domingo. Y, con tanto silencio, es fácil descubrir estos secretos. Es domingo otra vez.
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