La limpieza
El viento barre el polvo de la montaña. Parece
que una vieja está con una escoba echando la tierra de su casa por la ventana.
La gente mira asombrada la polvareda que hay en el horizonte y que apaga el
azul intenso del cielo. No es normal este viento. Está tan rabioso que no se
puede contemplar el paisaje con una sonrisa. No se detiene ni se apiada de
nadie y se te echa encima sin importarle la poca fuerza tu cuerpo. Algunos dicen
si el viento es el que está agrietando el carácter de los vecinos. Nadie tiene
la respuesta y no quieren abrir la boca para no masticar arena seca. Solo los
más sabios se atreven a apostar que, el viento ha llegado, para limpiar toda la suciedad que tenemos acumulada en el alma y que nos está haciendo cada vez más
frívolos.
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