La felicidad



La abuela trocea las verduras a su nieta pequeña. David, el mayor, le pide un vaso para echar el zumo.  Ella estira el brazo antes de que su nuera se adelante a hacerlo. Mira la sonrisa que le regala cuando se lo da, mientras le pregunta a los demás si la carne está jugosa. Saca el vino de la despensa para ponerlo encima de la mesa y le comenta a sus yernos que en la nevera hay cerveza. Esta mañana no siente el frío que le acompaña cuando almueza sola durante la semana. Se sirve un poco de caldo en un plato sin acordarse del dolor de espalda que le despierta por las noches y que la deja sin aliento. El regocijo que tiene al ver a sus hijos compartiendo mesa después de tanto tiempo es más efectivo que las cremas con la que restriega su artrosis. Recoge los primeros platos que empiezan a estar sucios y, disimula fregando, para que el nudo que tiene en la garganta no haga que se le humedezcan los ojos.

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