Un nuevo comienzo
No es novedad. El año se acaba. Se acaba este y ya se acabó el anterior y el que estaba antes del anterior. Estamos acostumbrados a los finales y a los principios. Como también estamos acostumbrados a repasar un año cada vez que termina: el polvo acumulado en los zapatos, las cicatrices, la cima alcanzada. Pero mañana, con un dígito nuevo en la fecha, hay que seguir viviendo. Sintiendo. Y será una incógnita lo que traerá cada segundo, los meses o las cuatro estaciones en las que se divide el año. Ojalá que nada duela. Ojalá que siempre tengamos risas. Pero ya sabemos por otros años que habrá risas y lágrimas. Ojalá que las risas sean las que ganen. Ojalá que la vida nos sorprenda para bien. Pero nosotros tenemos que seguir sorprendiéndonos de nuestros esfuerzos, de los saltos de alegría, del coraje que ponemos para superar las adversidades. Ya sabemos que habrá cambios. Porque cualquier cosa que nos sucede en la vida, por diminuta que sea, nos cambia. Y hay que recibir los cambios para que sucedan cosas. Cambiar de año, de ideas, de ropa, de piel, de pisadas. No podemos acobardarnos y dejar de avanzar porque una etapa se acaba. Confiar en los comienzos. Hay que creer que todo lo que deseamos será posible. Lo será. Si estamos acostumbrados a los finales, los principios los recibiremos con una sonrisa y con una fiesta de bienvenida. Como tiene que ser los grandes principios que nos merecemos y necesitamos. Adelante.
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se acaba el mes
se acaba el día
se acaba la hora
se acaba el minuto
se acaba el segundo
y después del instante...
qué queda?