El restaurante

Se paró delante de la puerta del restaurante. El logotipo de un local puede ser inventado o hacer referencia a los productos que vende. Ese llevaba un nombre de mujer. Desbloqueó el móvil, buscó, y encontró la foto. Cuando se la hicieron, entre besos y latidos, le prometieron que allí, todos los quince de junio; celebrarían las tardes, los meses y horas, que daban sentido al tiempo entre ellos. La intensidad del mar, testigo mudo, le ayudó a confiar.
La puerta del restaurante se abrió y salió una pareja con complicidad en las miradas. La despertaron de sus recuerdos. La chica besaba al hombre en la mejilla, tal vez, como sello final de una promesa. Le llegaron algunas palabras que el hombre le decía aquella muchacha. Pudo escuchar cómo la llamaba. Se llamaba igual que ella. Continuó caminando con las pestañas ahogadas en la sal del verano.

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