Una nueva amiga

He intimado con una chica que suelo ver todas las mañanas en la parada de la guagua. He tenido la posibilidad de conocerla un poco más mientras esperábamos en la cola del supermercado. Ella había ido a comprar lo que le faltaba para una fiesta que había organizado en su casa. Hablaba del dinero que se había gastado y de todo lo que le faltaba. Después del supermercado tenía pensado pasar por el chino y buscar los vasos de plástico y un mantel de papel, de esos que no se lavan y se tiran directamente a la basura. No tenía mucho tiempo porque su hija salía del campus de verano y era ella la que iba a recogerla. En el carro llevaba refrescos, carne, bizcocho y algunas golosinas. Lo justo para que no sobrara nada. Estaba muy cansada, y juraba no meterse más en fiestas de este tipo. Esta sería la última que pensaba hacer en su casa. Manifestaba su nerviosismo porque no quería defraudar a sus invitados.
Hoy la he conocido un poco más. Bueno, para ser sincera, estaba hablando por el móvil y he oído la conversación. Yo pagué y me fui pensando que, desde que vivimos conectados, compartimos en alto nuestros días y abrimos las puertas de nuestro espacio personal. Nos olvidamos de que estamos acompañados. Cada vez es más complicado reducir la necesidad de mantenernos enchufados. Y no hay que saberlo todo ni estar al corriente de todos los sucesos. Lo realmente importante ocurre y va a llegar. Lo demás es distracción, ruido comunicativo que anula la posibilidad de sentir. Y volviendo a la chica que conocí; la persona que contestaba al otro lado se llamaba Eva. Era su hermana.

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