Poetas de la vida
21 de marzo. Hoy, mañana y dentro de una
semana, habrá un día internacional que celebrar. Dejando a un lado si son
necesarios o no, hay días que tienen que seguir resaltándose en el calendario
para que no se olvide la causa que lo origina. Hoy toca a la poesía y al
síndrome de Down. Aunque parezcan dos cosas diferentes, para mí no lo son. La
poesía es el género literario más sagrado. Desnudamos todo y en pocas líneas se
dice demasiado. La poesía no puede estar carente de emoción ni vacía de palabras. Es muy difícil de definir y de
escribir, porque no todos los versos alcanzan la música precisa para que te
golpee el mundo que hay detrás de cada metáfora. Y ellos, las personas con
síndrome de Down también son poesía. Tienen mucho que contarnos y con pocas palabras
nos dicen lo que necesitamos saber. Y, como aparece en la campaña de Down de
este año, son auténticos porque se muestran tal como son. Pero todavía seguimos
sin entender el mundo que tienen detrás de cada gesto o de cada movimiento. Si
es complicado definir a la poesía, lo mismo sucede cuando nos dirigimos a las
personas con síndrome de Down. Seguimos usando etiquetas que no los favorecen:
son ángeles o son eternos niños. Nos cuesta ir al fondo donde radica el valor
de la persona, de ellos, de las emociones. La esencia de lo bello. Ellos,
cuando nos hablan, nos golpean directamente para que entendamos lo que nos
falta. La poesía, que sentimos como poesía, te sacude en el alma. Ellos son los
poetas de la vida. Tenemos que seguir trabajando para dar visibilidad a este
colectivo. Tenemos que seguir leyendo poesía para que deje de ser el género
literario al que se le presta menos atención.
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