La atracción
El hombre cenaba con su mujer pero la
mirada la tenía puesta en la mesa del fondo del restaurante de aquel
hotel de cinco estrellas. Allí, pegada a la ventana, estaba ella. No
le quitaba la vista de encima. Observaba en la distancia todos los
movimientos que hacía. El hombre y su mujer veraneaban en el hotel y se conformaban con el tedio que cubre a las parejas que solo les une el
compromiso de seguir juntos. El hombre clavaba los ojos en el mechón
rubio que caía en la frente de ella, en los hombros, en los uñas
pintadas de rojo, en el color caramelo de su piel. La miraba mientras
su mujer no paraba de quejarse del ruido que había a su alrededor..
Ella terminó de comer y se marchó del restaurante. Llegó a su
habitación y abrió el balcón para que el aire de julio le
refrescara la cara. El hombre se había echado colonia y ella no
podía quitarse ese olor de encima. Le había gustado más de lo que
pudo disimular al pasar delante de la mesa en la que cenaba con su
mujer.
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