No soy buena persona

Muchas veces, cuando vas con un chico o chica con síndrome de Down, te ven como una buena persona, incluso, hacen muecas que no vienen a cuento para agradarte y entrar en contacto contigo. Esta es una de las muchas etiquetas erróneas que existen. Y esta etiqueta te marca a ti como les marca a ellos. No somos buenas personas. Cualquiera de nosotros podemos estar con ellos, hablarles y entenderlos, como lo hacemos con el vecino del quinto o con un compañero de trabajo. No hay ningún truco ni requiere ningún esfuerzo. Recuerdo, hace muchos años, mientras preparaba una coreografía para el Día de la Discapacidad, una señora se me acercó a preguntarme que qué podía hacer para que mi sobrino se levantara de la silla en la que estaba sentado. «Llámalo por su nombre», le contesté. Es así de fácil. Está en el tono que usamos al hablarles. Está en quitar la compasión cuando los mirarnos. En entenderlos. En saber que nos escuchan y que quieren ser escuchados. En no verlos inferiores a nosotros. Son, simplemente, uno más. Tienen sus hábitos. Sus preocupaciones. Sus alegrías y sus tristezas. Los he visto llorar. Y también reír.
No, no somos buenas personas por hablar o tratar con chicos o chicas con síndrome de Down. Lo que sí es cierto, es que ellos palpan al vuelo a los que se acercan a su lado respetando sus capacidades y su valía. Creyendo en ellos. Y si alguien lo hace usando la pena, ellos tienen táctica suficiente para ignorarlos. David se levantó ese día de la silla con su risa socarrona. Vamos, vacilando a la señora que tiraba de él como si fuera torpe.
Si un 21 de marzo se sigue celebrando actos para concienciar y buscar un futuro mejor para las personas con síndrome de Down, es porque todavía se usan etiquetas que solo sirven para alejar a unos de otros.Etiquetarlos reduciría su integración. Esta es una de ellas.

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