Alejados del mundo
Suele ser normal que, cuando estás esperando en
algún lugar, saques el móvil para entretenerte o para no mirar a las personas
que tienes delante. Abres la carpeta de fotos y te encuentras con detalles
personales que ocurrieron hace unos segundos o meses. Algunos te alegran, otros
de acercan a la añoranza. En ese afán de entretenerte, buscas alguna aplicación
para poder editar las fotos. Borras lo que no te parece correcto: los ojos
rojos, la sombra que oscurece el paisaje, la mano que tapa una cara. Copiando, cortando y pegando, obtienes una foto
nueva y un instante diferente al que fue. Lo haces a tu gusto. Solo dejas la
belleza de una pose, alejándote de tu mundo.
La tecnología te permite apartar lo que no quieres que esté en el presente. Sucede con las fotos, con los amigos que bloqueamos, con las conversaciones que nos quitamos de encima con un emoticono, con los archivos que eliminamos. Las oportunidades que perdemos no las dejamos entrar en el registro personal de la memoria. Y así, bajando la cabeza y edulcorando la realidad, nos encerramos más en lo nuestro. Llegará un día, puede ocurrir, que conversar de cosas sencillas con alguien que espere a tu lado se convierta en una utopía.
La tecnología te permite apartar lo que no quieres que esté en el presente. Sucede con las fotos, con los amigos que bloqueamos, con las conversaciones que nos quitamos de encima con un emoticono, con los archivos que eliminamos. Las oportunidades que perdemos no las dejamos entrar en el registro personal de la memoria. Y así, bajando la cabeza y edulcorando la realidad, nos encerramos más en lo nuestro. Llegará un día, puede ocurrir, que conversar de cosas sencillas con alguien que espere a tu lado se convierta en una utopía.
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