Hace tanto
Ocurrió
hace tanto. Después de la misa de doce nos sentábamos a hablar de lo que estaba
por venir, del amor y del hambre. Aunque teníamos dieciocho años, éramos muy
inocentes e ingenuas. Crecimos juntas y para nosotras no había secretos.
Ocurrió hace tanto. Tú conseguiste casarte y tener dos hijos con aquel hombre
que llegó al pueblo vendiendo frutas en un camión verde, y del que nos reíamos
porque tenía los pantalones atados con un cordel. Pero a ti te gustaba y no
dormiste el día que te sonrió y te regaló dos naranjas maduras envueltas en una
hoja seca de platanera. A los cuatro meses ya me contaste que quería casarse
contigo y que había prometido hacerte feliz para lo que te quedara de vida. Fui
la primera que me enteré y por eso me propusiste ser tu madrina de boda. Ibas
de blanco, con un velo que te tapaba la cara y virgen. Como todas las novias de
aquella época. Yo me casé al año
siguiente y terminé siendo maestra escuela. La profesión con la que soñábamos
las dos las tardes que pasábamos juntas. Tú solo fuiste madre, esposa y ama de
casa, no llegaste a estudiar. Éramos inocentes, pero nos contentábamos con muy
poco. Así fuimos creciendo. Saboreando
cada momento y sin esperar demasiado.
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