Suena una canción. No es la favorita. Ya no hay favoritas cuando nada te
va a proteger de una caída. Ni las palabras, que tienen propiedades
mágicas, sirven de salvavidas. Las palabras se han vuelto torpes y
estériles. Tienen otro significado. Y no puedes hacer nada porque las
personas sabias ya han escrito todo con ellas. Las yemas de los dedos
están cosidas y las letras no encuentran un hueco libre para salir. Es
verdad, siempre ha sido más fácil escribir de la alegría que de la
tristeza. Da igual los argumentos recorridos. Da igual que otras veces
te hayas reído de las onomatopeyas. Y es que, las palabras y las
lágrimas, están hechas de la misma materia. No es fácil darte cuenta de
esa similitud. Así que no, no busques ahí, por ahora, no estarán para
salvarte. Es mejor dejar los sueños para otro momento.
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Voy descalza para sentir el roce de las palabras. Escribo y leo. No hay otra forma más profunda de vivir.
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