Matices que no cambian


La naturaleza sigue su curso. Da igual que este no sea un abril como el de siempre o que los niños no correteen en la acera persiguiendo sus sueños. La naturaleza no altera el ritmo. Los árboles dan fruto, como tiene que ser. En la finca el mango ya ha florecido y dentro de poco cogeremos la fruta que esté madura. El mirlo no ha dejado de cantar en todo este tiempo. Y la gallina picotea las lombrices que encuentra en medio de la tierra. Saber que la naturaleza no se detiene, calma la incertidumbre que sentimos al desconocer los detalles de cómo será la vida que nos aguarda.
Me llega el sabor del mango en la comisura de los labios. Las manos pringosas y el jugo bajando hasta la mitad del brazo. El viento me empuja de un lado hacia otro, intentando jugar conmigo a un juego en el que él se sabe todas las reglas. Las nubes forman un manto en el cielo para protegerme. La sombra de la platanera me mira a los ojos e iniciamos un dialogo sin palabras pero con gestos. Esto no lo he soñado. Lo he visto en mis recuerdos. La vida está llena de matices y, aunque estos sean pasados, volverán a suceder. La naturaleza no se detiene y sé que nos espera para que valoremos su belleza. Hoy he podido sonreír pensándolo y me he llenado de ganas, de fuerzas, de entusiasmo. Y este nudo que hace días tengo en el centro del pecho, no duele tanto.

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