La sombra


Algunos deseos están perdidos de antemano. Ella siempre había deseado ser la primera. La primera en marcharse para no tener que llorar a todos sus vivos. Vivir sin ellos no era fácil. Pero hay cosas que no puedes cambiar ni decidir cuando es el destino el que mueve los hilos a su antojo. Aquella última noche de octubre, mientras en la calle unos se reunían para recordar a sus muertos contando anécdotas de ellos, y otros intentaban espantar a los difuntos con disfraces de terror, ella sintió que sus ausencias le pesaban más que otras veces. Cerró las ventanas de su casa para que nadie le tocara en la puerta con la intención de retarla con un truco o con un trato. En el sillón de su casa, lloraba.
El álbum de fotos estaba dentro de la caja en la que guardaba todos los objetos que habían sido importantes para la familia. Empezó a mirar las fotos una a una, acariciando los contornos de las miradas, tocando las sonrisas que fueron felices. El álbum de fotos la fue uniendo a sus recuerdos, encontrando pruebas reales de la existencia de sus fallecidos. Sucedió de repente. Un rayo de luz en forma de paloma blanca se posó en el borde de una foto. Era la sombra de sus seres queridos, que nunca la habían dejado sola y estaban allí con ella.

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