La nueva vida
Se despertó con el pijama de papel pegado al cuerpo. Intentó moverse, pero
sus piernas no le pertenecían. No había manera de despegarlas de aquel colchón
con olor a desinfectante. Su hermana le sujetaba la mano. Lo último que
recordaba era que se había desmayado cuando paseaba el perro en el parque.
Ahora estaba allí, sin saber el tiempo que había pasado. Su hermana se lo dijo
sin andarse con rodeos: «Ha sido un ictus». No pudo contestarle porque no era
capaz de articular ni una sola palabra. Fijó la mirada en una grieta que había
en la esquina de la pared, y dejó que todos sus sueños se marcharan a través de
ella, tomando conciencia de la nueva vida que le esperaba.
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