Amor imposible
Repite cada día lo mismo desde hace más de un año, solo para
verla. Se sienta en el banco del parque y no para de mirarla. Le resulta
imposible dejar de hacerlo. Nunca falta a su cita. Los días que llueve se
protege con un chubasquero para que la lluvia no lo empape de arriba abajo
mientras la observa embelesado. Reconoce cada detalle de su amada: las pestañas,
las líneas curvas de los labios, el tamaño de los dedos, la mancha en el brazo
derecho, su tranquilidad. Cuando se
marcha, levanta la mano y le dice adiós esperando una respuesta. Luego, en su
casa, con los ojos cerrados y con lo que recuerda de su silueta, se imagina
conversaciones que podrían tener juntos. Ella, que vive ajena a su presencia,
no dejará de ser un maniquí de un escaparate de ropa de mujer. Él, un hombre
que sueña con un amor imposible.
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