La película

Campeones es la película de Javier Fesser que arrasa en las taquillas. Si la vas a ver, terminarás llorando y riendo. Sus protagonistas son subnormales. Ellos te hacen llorar y reír. No son actores que interpretan un personaje . No. Son actores con sus problemas a la vista de todos. Subnormales. Y no me equivoco cuando los defino. Todo lo que lleva el prefijo “sub”, es inferior a nosotros y lo usamos cuando creemos que estamos por encima. Vivimos manteniéndonos al margen de las personas que son diferentes a nosotros, de las “subpersonas”. Por eso, cuando alguien nos abre los ojos y nos da la posibilidad de ponernos en la piel del otro, caemos en la cuenta de lo que hacemos cuando interactuamos con los demás. “Ese tío es un subnormal”, decimos cuando la persona no ha cumplido con lo que creemos correcto. El menos no lo vemos igual que el más. Esta película ha gustado porque, en una sociedad competitiva en la que mandan las apariencias y las etiquetas , nos cuenta que la lógica vive en el corazón. Lo dice la propia película. Y a diario solo vemos las limitaciones. Pero, los 10 actores con sus limitaciones, no han sido personas limitadas para conmover a millones de espectadores. Todo lo contrario. Una prueba más del nivel de transparencia, sencillez y autenticidad que tienen, imposible de alcanzar para nosotros. La naturalidad con la que aparecen delante de las cámaras solo lo pueden conseguir ellos, que viven despojados de los egos y el afán de ser los primeros. La película hay que verla las veces que haga falta, pero no porque esté de moda o nos hayan contado de que merece la pena. No. Hay que verla para entender a esos actores y saber que detrás de una persona con discapacidad, también hay una vida, sueños y esfuerzos. Uno de los mejores mensajes está al final de la película cuando comprobamos cómo se ilusionan con lo mínimo. Espero que ahora más de uno que haya estado en el cine sea capaz de ir al diccionario y leer el significado de subnormal. En mi diccionario hace tiempo que ya no está.