La llamada

Esta mañana he ido a comprar pan y embutidos a la tienda de la esquina. Había gente. Cuando fui a pagar, en la cola, a la chica que estaba delante de mí le sonó el móvil. Lo cogió y comenzó a hablar. Ajena a mi presencia y a la presencia de los demás. Se reía, se tocaba la melena, decía te quiero. Parecía feliz y contenta de recibir la llamada en ese momento. Hablaba con un chico al que respondía con diminutivos cariñosos. Había tanta intensidad en su cara que su sonrisa envolvió la espera en la cola de la tienda. Se marchó y me tocó a mí pagar el pan y los embutidos. Llegué a mi casa pensado en lo que vi, el antes y el después de la llamada. Y ahora lo escribo y me he inventado mi propia historia. A ella le gustaba él desde hacía mucho tiempo y se sentaron juntos en la guagua una mañana que iban al trabajo. Fue un primer roce, ese segundo eterno donde caben todas las posibilidades. El resto fue inevitable.Intercambiaron los números de teléfono y se dieron cuenta de que los dos llevaban tiempo deseándose. Se convirtió en un hábito coincidir en la guagua para ir al trabajo. Todos los días se llaman sobre las nueve, da igual que sea lunes o festivo.
Así lo vi. Así ocurrió entre ellos. Escribir, como interpretar, puede ser esto. Observar lo que para otros pasa desapercibido. Escribirlo ayuda a compartirlo con los demás.

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