3 de diciembre
3 de diciembre. Que no le roben sus sueños.
No está bien quitarle el prefijo a una palabra para resaltar el sufijo. Hay que decir discapacidad con todas las letras para dejar de verla desde la carencia. Las personas con discapacidad son capaces y no es necesario decirlo. Están con nosotros intentando atrapar un pellizco de las infinitas oportunidades que la vida les da para avanzar. Son sus oportunidades, tenemos que respetarlas sin colocarles etiquetas, nombres, diminutivos, y sin exigirles más allá del esfuerzo que ponen para superarse cada mañana. Ellos nacieron con su verdad al descubierto, pero las nuestras las ocultamos por el temor a que otros las conozcan. Pero las tenemos.
No hay que vender eslogan diciendo que son capaces, ni llamarlos angelitos, porque mientras se siga promocionando, es porque queda mucho. Queda, porque gritamos que son capaces a media voz, a modo de encubrir o evitar regañarnos con sus movimientos o por su manera de hablar. Son capaces. Lo vemos. También pueden ser lentos o los más veloces en cualquier partido que jueguen. Tienen miles de cualidades. Pero hay que abrirles puertas de manera silenciosa para que pasen a disfrutar, llegando antes o después, pero siendo ellos mismos y sintiendo la complicidad de todos, la tuya o la mía. Deben saber que su presencia es valiosa, necesaria, productiva, y adaptada a su edad y preferencias.
Cuando dejemos de esforzarnos por tachar un prefijo y aceptar que todas las palabras son necesarias para formar una frase, tendremos matricula de honor y la lección aprendida. Será cuando la verdadera discapacidad se convierta en una más entre todas, sin hacerla diferente al tener que despojarla de su prefijo. Ese día la veremos con total naturalidad.
Yo siempre me he sentido discapacitada delante de ellos, porque sé que poseen una inteligencia interna para solventar cualquier adversidad, la cual carezco. Por eso digo discapacidad con todas sus letras.
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