El calor de este verano
El reloj
de la farmacia marca 42º. Siempre marca dos o tres grados de más, pero esta vez
no está engañando. En la calle no se puede estar. El calor que hace no es
normal, como tampoco es normal este verano que estamos viviendo. Vamos a
tientas a cualquier sitio: a la playa, a un restaurante o a esa fiesta de grupo
reducido. Y, si nos apuran, huimos de todo aquel que vemos sospechoso.
Arrastramos el miedo que vivimos durante el confinamiento, aunque disimulemos
diciendo que no pasa nada y que lo peor se quedó atrás. Detrás de las
mascarillas escondemos las sonrisas y la duda. No sabemos si los presagios de
los agoreros se cumplirán. La lucha del enemigo invisible no ha terminado.
Espero que el calor se olvide un poco de nosotros para que el
verano sea soportable. Ya bastante hemos tenido este año. Este año al que
llamamos con eufemismos para encajarlo dentro de una normalidad. Y no solo es
el calor, también está la falta de abrazos. Y de sonrisas. Cuando me encuentro
con alguien conocido me quedo dudando si saco mi parte cariñosa y me tiro al
cuello o si me alejo dos metros. He llegado a pasar de largo delante de algunas
amigas porque con el tapabocas no conozco a nadie.
El calor pegajoso nos roba las ganas de movernos. Ya nos han quitado
demasiado: los meses que estuvimos sin ver a los familiares o los días que no
vimos amanecer cerca del mar. Tuvimos una primavera a medias, y triste. Este
verano, aunque el termómetro marque 42º, tenemos que aprovecharlo.
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