La orla

Esta semana quedará marcada en el calendario como la semana de los acontecimientos. Claro, que será en mi calendario personal. El lunes tocó la entrega del premio, y hoy y mañana, la recogida de orlas. Las orlas las reciben mis sobrinos, y para ellos es un acto que los hace sentir grandes e importantes.

No sé cómo ni dónde han sacado esta moda de retratar a todos los chiquillos juntos y hacer una fiesta en la que se mezclan las emociones con las risas espontáneas, los reconocimientos a los maestros con el aplauso a los que destacaron en su expediente, los tirones de orejas a los que se durmieron sobre la mesa con el recordatorio que aún quedan puertas por abrir y pomos que girar. Da igual dónde está el origen de este acto, que estemos a favor o no de él. Da igual. Porque no deja de ser un acto elegante que gusta al que asiste, pone guapo a los chiquillos, y roba, por unos segundos, preciosas sonrisas a los familiares.

No me acuerdo de mi orla en el instituto. Bueno: en " mis tiempos" no existían esas cosas. Y lo digo así, porque cuando alguien habla de su pasado siempre hace énfasis " en mis tiempos". Es como si quisiera hacer ese giro de cabeza más fuerte, más cruel, más duro y complicado. Seguro que lo fue. Pero es el que tocó. Tal vez mejor o quizás peor. El que enseñó a buscar información en enciclopedias porque aún no habían parido a Internet. El que nos hizo hacer tachones en la libreta y arrancar todo un resumen por un error al final de la hoja de papel, desconociendo, que pasado los años lo podríamos arreglar con un click en el ordenador. Nuestro tiempo. El que deja una marca en nuestro andar como el movimiento de una barca va dejando su rastro en el agua. Fue mi tiempo o el tuyo. Ese que escondes en tu currículum personal y que engorda tu vida. Y aunque no disfruté de orla en el instituto, me siento contenta de esa etapa, de lo que aprendí, de lo que desconocía , y de lo que no tuve y ahora he descubierto.

No sé si me sacarán una foto para orlarme. Aunque sea por un breve curso de cocina. Pero lo que sí sé, es que esta noche voy a Las Canteras a ver la hogueras de San Juan para quemar lo peor y quedarme con lo mejor. Eso tocará contarlo en la próxima entrada.

¡Ah! Y felicidades a los orlados.

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