Carnavales

Se ha quedado atrás el martes de carnaval. Un día extraño, porque para unos era festivo y para otros un día más de trabajo. A mí me ha tocado el descanso y no ha venido nada mal, ya que ha servido de respiro en el inicio de la semana. Para los más carnavaleros fue una perfecta excusa para terminar el lunes por la noche con unas buenas dosis de marcha en los mogollones. Este no ha sido mi caso. Nunca he sido amiga de los carnavales. Mis recuerdos metida en un disfraz se trasladan a mi etapa de primaria. Y eso ya queda bastante lejos. Nunca me sentí cómoda dentro del personaje al que tenía que caracterizar por unas horas. Y ahora huyo de las aglomeraciones, de los apretones y de los malos ambientes que se forman en este entorno.
Lo que sé del ritmo del carnaval lo sigo por la tele o por lo que voy oyendo a través diferentes medios. Aunque sea en mi casa, no me pierdo las diferentes galas, concursos y cabalgatas. Esa es mi manera de vivirlo y de enterarme de lo que va sucediendo. Este año quise hacer una excepción para acudir a una gala especial. La gala de normalización. Se celebraba por primera vez en los carnavales capitalinos. Un gran acierto por parte del comité organizador de hacer un carnaval para todos. Por varios motivos, al final no puede sentarme a disfrutar del acto. Pero los que estuvieron, y por lo que he leído, el listón quedó bastante alto. Espero que el próximo año la repitan y me pueda sentar en primera fila. Igual será la excusa para hacerme asidua a los carnavales.
Este mes serán los carnavales en mi municipio. Vendrán con la tradicional alegoría que hace mágico y especial este carnaval. Allí sí que estaré.

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