Todo final siempre trae
un principio. A veces te desespera la llegada del pistoletazo de salida, pero
en otras ocasiones, un martes se convierte en un día para comenzar un nuevo
proyecto. En abril la sangre se altera, y las ideas brotan para que no
obstruyan las venas. Un martes de abril es ideal para crecer como lo hacen las
flores en la primavera, aunque en esta estación se retrasen porque el invierno
sigue empeñado en congelar la savia de sus raíces.
Los principios hay que escribirlos con tinta permanente, y esconder los lápices y las gomas para que no borren la base en la que se apoyan los cimientos.
Oigo el estruendo de abril, de este martes, y de los proyectos que arrancan después de un final.
Los principios hay que escribirlos con tinta permanente, y esconder los lápices y las gomas para que no borren la base en la que se apoyan los cimientos.
Oigo el estruendo de abril, de este martes, y de los proyectos que arrancan después de un final.
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