Otra forma de ver la visita.
Colaboro desde hace años con Asdownsur, una asociación con chicos y chicas con Síndrome de Down. Me apasiona hacerlo y lo seguiré haciendo. Es una experiencia que sería difícil de explicar en pocas palabras. A veces también hay problemas, no todo es fácil, sobre todo, por las diferencias entre los padres que te arrastran en algún momento abandonar la tarea. Pero siempre digo que estoy allí por mis chicos, por saberme que con una tarde de actividades, ellos se sienten felices, importante, reconocidos y grandes. Se podrían hacer muchas actividades, pero siempre el tema del dinero, anulan los proyectos y las ilusiones. Estos últimos años, ha sido difícil a nivel económico, para estas y muchas otras asociaciones sin ánimo de lucro, que persiguen una mejora de la calidad de vida de sus mienmros, una integración en la sociedad y la lucha por unos intereses comunes. Y supongo que según va el panorama actual, el viento seguirá soplando al mismo ritmo, o incluso, se hará más débil.
Anoche me quedé sorprendida mientras veía la tele. El Papa viene el 18 de Agosto y se ha generado unos gastos que para poder hacer la suma habría que coger una hoja de exel y no fallar en los cálculos. Sin embargo, esto se apoya y se financia. Genera ingresos, más que solidaridad y fe. Y los jóvenes están orgullosos de ir a oír una misa en Madrid, de ver al máximo de la iglesia y escucharlo diciendo lo que está bien o lo que es correcto hacer. Muchos de los que están allí, van más por el espectáculo, que por lo que siente.
Para mí este Papa, sería iglesia si no tuviera que hacer este despliegue humano y técnico para su visita. Sería cercano, si llegara en cholas y en camiseta, y se acercara a los colectivos necesitados. Sería humano si no necesitara un escenario para predicar a su llegada, que ni siquiera le hiciera falta predicar, sino que caminara por las calles e improvisara en mitad de la miseria, de la pobreza. Que llegara sin avisar, sin hacer ruido. No lo entiendo, la verdad.
Mientras tanto, seguiré colaborando con la asociación, de manera silenciosa, sin esperar nada a cambio, y mirando la fe desde mi propio punto de vista, no desde aquella que te hace sentir culpable cuando te cuentan lo que debes hacer o seguir. Seguro que si se le pidera colaboración a algunos de esos jóvenes que ilusionados van estos días a Madrid, buscarían excusas para no participar.
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