La foto




La calle está sin asfaltar y no pasan coches. Una niña camina con un vestido blanco en la acera. Parece tranquila mientras juega con una cartera que tal vez robó inocentemente del bolso de su madre. Nadie le sigue, nadie le da la mano para entretenerla en su juego.
¿Qué queda de esa niña? ¿ Dónde quedó el vestido blanco con la rebeca de lana?


Ahora quedan los sueños de bailarinas que decoraban las tardes de esa niña del vestido blanco.Han pasado los años, pero sigue soñando, porque nadie le dijo que soñar tenía un límite de edad. Le gusta hacerlo aunque haya crecido, subido y bajado miles de aceras, en sus ansias de probarlo todo y lazarse a la aventura de desenvolver el hoy. Sigue su camino, escuchando lo que siente, aunque sepa que alguna vez tenga que tocar los adoquines de la acera para volver a levantarse.



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