Los sueños.

Se acerca la noche en la que todos, alguna que otra vez, hemos soñado. La noche en la que cerrabamos los ojos con tanta fuerza para no ver nada de lo que pasaba por los pasillos de la casa. Dormíamos felices, acurrucados entre la manta de lana, mientras hacíamos un inventario mental de lo que habíamos escrito en la carta a sus Majestades los Reyes de Oriente. La noche pasaba, y aparecía la mañana, y allí , debajo del árbol o una esquina de la habitación, brillaban los colores de los regalos. Nuestras ilusiones se habían cumplido. No faltaba ni un detalle de la lista confeccionada unos meses antes sobre una hoja arrancada a toda prisa de la libreta del colegio. Soñamos y se cumplieron los sueños.
Siendo niños es fácil hacerlo. Imaginarte cosas y con un simple güiño, encontrarlas cerca de tí. Ahora, ya de mayor, nos cuesta más. Pero la técnica la tenemos, porque una vez, siendo niños fuimos capaces de hacerlo y conseguir lo que nos empeñábamos.
Esta noche quiero cerrar los ojos muy fuerte, sin dejar que una hebra de luz pase hasta mi retina. Lo haré igual que cuando era pequeña agarrada a mi osito de hocico marrón. Quiero que se cumpla mis sueños. No he pedido mucho, ni siquiera es para mí. Quiero que los que los que hasta ahora no lo hacen, se levante cada mañana dispuestos a cumplir su jornada laboral. Es un sueño pequeño, pero que encierra muchísimas ilusiones.
¿ Serán generosos los Reyes? Mañana lo veré.

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