Este verano

 

Cuando eres pequeño, junio, llegaba para decirte que comenzaba un tiempo de pausa y de descanso. Contabas con los dedos de la mano los días que faltaban para que se acabaran las clases. La ilusión era inmensa y las ganas de disfrutar inundaban las paredes de tu casa. Pero, no sé qué pasa, que, junio se ha desgastado y esa ilusión ha cambiado, como lo ha hecho el significado de las palabras que usábamos. Playa no se pronuncia igual cuando tienes seis años recién cumplidos, que cuando tienes algunas décadas a tu espalda.  En la orilla de la playa la brisa te trae, como pequeños fotogramas de una película antigua, un olor de antes. El calor de quien te sujetaba la mano para que no te escaparas. Y el murmullo lejano de aquellos consejos con los que intentaban protegerte de algún daño. Cada vez entiendo más la imagen que tengo de mis veranos, cuando veía a mi abuela apoyada en el muro del apartamento con un pañuelo blanco con el que se secaba las lágrimas mientras veía a sus nietos chapoteando en la piscina.
Las estaciones se repiten, llega el verano, pero las rutinas de estos días largos ya no son las mismas. El calor aprieta en los recuerdos y en el equipaje pesan las grietas que llevamos guardadas con el candado de nuestros sentimientos. La nostalgia hace de las suyas para que se le preste atención. Viajamos, volamos hasta otros países y otras culturas, y vemos en las caras ajenas la incertidumbre que se vivió con una pandemia y que nos igualó en nuestros miedos y deseos. Este verano será extraño, a ratos con mascarillas. Y a ratos intentando insuflar ilusiones en el vacío de las obligaciones que nos da esta estación. Sea como sea, hay que intentar llenar de energía este verano como cuando pronunciábamos playa con los cincos sentidos activos.

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