Todo era rojo. La ropa que usaba y los zapatos con los que pisaba el suelo, que también eran rojos. Así era su vida. Desde pequeña, desde que se puso un vestido para la comunión de su primo, y le dijeron que era el color que mejor iba con el tono de su piel.
Desayunaba tostadas con mermelada de fresas y cenaba ensalada de tomates con arándonos. Cruzaba cuando el semáforo no estaba en verde. La gente le gritaba, pero ella confiaba en su color y en suerte.
Su corazón tenía una extraña arritmia, se cansó de hacerse pruebas, porque los médicos no encontraban el motivo que lo causaba. Esa patología cardiaca se manifestaba poniendo pasión a cualquier movimiento que hacía, y sus amigos temían acercase a ella, porque a veces, de lejos, creían que su corazón decía: no molestar, está prohibido el paso.
(Labailariandescalza)

Comentarios