Navidad

Llega la hora de entrar en los rincones personales y hacer recuento de lo que tenemos en existencias. Ella siempre aparece tocando la campana para recordarnos que hay que ponerse manos a la obra y fijarnos en lo que hemos superado o aquello que tenemos enmarcado como importante durante este año. Le echamos la culpa del malestar que nos produce su presencia y la manera que tiene de asomarse, pero ella es inocente. Ella, la Navidad, ignora que los huecos emocionales, los vacíos personales, suenan con las zambombas y panderetas de los villancicos. Decimos que por los niños vale la pena aguantar este jaleo y eso es lo que hacemos, mirar a los más pequeños de la familia y sonreír mientras ellos se divierten haciéndose fotos con un Papa Noel que lleva barbas artificiales. Quizás esa es la mejor fórmula navideña, hacer una mezcla de nuestra sabiduría que hemos alcanzado superando zancadillas, con la ingenuidad infantil que convierte cualquier hándicap en una partida fácil y divertida de ejecutar.
No es necesario seguir las reglas que nuestros ancestros inventaron. Comer, si es necesario, como me decía una amiga, un huevo frito con papas. Ponerte un pijama el día de fin de año o sustituir las uvas por otra fruta de invierno. No pasará nada y la Navidad no se enfadará ni se enterará. Una simple ruptura de la tradición que tanto nos consume , provocará una risa que aliviará la tristeza y resistencia con la que recibimos estas fiestas. Lo más práctico es llevarse bien con ella para que los días pasen rápido, aunque el olor a castaña asadas nos recuerde la última vez que las comimos acompañados de alguien que ya no está. La Navidad es sinónimo de comprender lo que hemos vivido, de pensar que aún queda tiempo por vivir, y que siempre hay estaciones más calurosas y otras, que apetece abrigarse con un edredón recién lavado. Ahora no es momento de echarle demasiada leña caliente a los recuerdos que parpadean con la misma fuerza que lo hacen las luces del decorado navideño. Dejemos estas tareas para después del seis de enero. Aprovechemos ahora para hacer las paces con la Navidad, jugando como esos niños que una vez fuimos, porque sea como sea, vamos a tener que convivir con ella y mirarla directamente a la cara.
(Labailarinadescalza)

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