Ser. Sólo ser. Sentir. Sólo sentir. Ser la niña traviesa que abrigaba las muñecas con un trapo de tela. Ser sin etiquetas y sin que tener que oír consejos que son válidos para otros, pero no para ti. Ser el texto escrito sin reglas ni adornos y sin un jurado que valore lo que expresas. Ser la actriz que se olvida el guión y continua la función sin incomodarle los ojos que la acechan. Ser sin nombre, sin protocolos y sin tener que elegir la palabra perfecta del diccionario en mitad de una conversación.
Ser, con el simple deseo de sentir. Ser, sin dictámenes, antes de que sea demasiado tarde y la noche encierre a la luna para siempre.
(Labailarinadescalza)

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